Desmigar el bonito, quitándole muy bien las espinas y la piel. Mezclarlo
con los ajos bien picados y con el perejil. Añadir el jamón picado menudito
y salar al gusto.
Hervir dos huevos, picarlos y agregarlos a la mezcla anterior. Después,
añadir tres huevos crudos y remover muy bien para formar una pasta más o
menos homogénea. Ir echando el pan rallado que admita hasta tener una masa
trabajable, con la textura de la que se utiliza para hacer albóndigas.
Dividir la masa en tres partes y formar una supercroqueta con cada una de
ellas; pasarlas por harina y huevo batido, freírlas en el aceite hasta que
cojan color por todos lados, y reservar.
Retirar buena parte del aceite (sólo tiene que quedar lo justo para
recubrir el fondo de la cazuela, que por cierto más vale que sea grande...)
y dorar en el que quede la cebolla, bien picadita. Cuando empiece a estar
blanda, añadir los tomates picados y los pimientos cortados en trozos, sin
las semillas. Si se quiere, añadir en este momento un chorrito de vino
blanco seco.
Dejar hacer hasta que los ingredientes estén blandos. Después, pasar la
salsa por la batidora hasta que quede bien amalgamada, sin tropezones.
Colocar en ella los rollos de bonito y dejar hacer a fuego lento cosa de
media hora.
El rollo de bonito no se debe cortar en caliente, bajo riesgo de armar un
puré de lo menos vistoso. Es mejor esperar a que se entibie, dividirlo en
tajadas y servirlas en la salsa, que ésa sí debe estar bien caliente.
Añadir un par de cubitos de caldo de pescado o pollo a la
salsa mientras se hace, para que quede más sabrosa; probar el punto de
acidez, por si hace falta añadirle una cucharadita de azúcar; y, aunque
parezca una blasfemia, echar una buena cucharada de tomate "de bote" para
que tenga mejor color.


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